Hoy os contaremos una historia de resistencia, pero también de armonía entre vecinos y porqué no decirlo, de anarquía. Hoy os hablaremos de La Algalameca Chica.
En la desembocadura de la rambla de Benipila, donde el Mediterráneo abraza la costa con su suave murmullo, se encuentra un pequeño rincón del mundo que desafía las convenciones: La Algameca Chica. Este poblado centenario, con sus casas de colores y su espíritu indomable, ha logrado sobrevivir a pandemias, adversidades climáticas y enfrentamientos con las autoridades durante más de un siglo. Aquí, el tiempo parece haberse detenido, como si los días soleados de pesca y baños en la playa nunca hubieran dejado de existir.
La historia de La Algameca Chica comienza hace cien años, cuando un grupo de pescadores, mineros y veraneantes decidió crear su propio paraíso en este enclave privilegiado. Con un permiso temporal de la Armada, estos pioneros construyeron un hogar donde la naturaleza y la comunidad se entrelazan en perfecta armonía. Hoy, un siglo después, este lugar sigue brillando con una vitalidad inquebrantable.
Las barracas han sido transmitidas de padres a hijos, cada una cargada de historias y recuerdos que dan vida a sus muros. “Seguimos en el mismo sitio donde veraneábamos de chicos”, comparte José Manuel De Haro, presidente de la asociación de vecinos y la “autoridad moral” del lugar.
Sus habitantes han ido mejorado sus hogares, sin perder la esencia “anárquica” que los define. A pesar de no contar con agua corriente ni sistemas eléctricos convencionales, los habitantes han encontrado formas ingeniosas de adaptarse. Se mantienen con depósitos de agua o trayéndola desde zonas cercanas. Sin embargo, lo que realmente destaca es su capacidad para abrazar la sostenibilidad: La electricidad ahora proviene de placas solares, allí no necesitan nada más.
Este pequeño asentamiento no posee ni 15 vecinos durante todo el año. Casi todos, jubilados. En La Algalameca Chica no hay escuelas ni trabajos remunerados, solo se trabaja para ayudar a los vecinos. Sin embargo, en verano este lugar mágico recupera la vida, y llega a acoger hasta 500 personas, muchas residentes ahora en Cartagena o Murcia.
La Algameca Chica es más que un simple asentamiento; es un símbolo de resistencia, como la KA de Soloka Brands.
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